
✨ Introducción
¿Todavía hablamos de “perder la virginidad”?
El término ha estado tan arraigado en nuestra cultura que muchas personas aún lo asocian con pureza, valor o moralidad. Pero desde una mirada médica y científica, la “virginidad” no existe.
En este episodio de Se Vale Preguntar, la Dra. Yarí Vale Moreno y la trabajadora social Johana Karis desmontan este mito cultural, explican qué es realmente el himen, de dónde surge la idea de “ser virgen” y por qué es urgente dejar de medir la valía de las personas —especialmente de las mujeres y adolescentes— a partir de su vida sexual.
🧠 La virginidad: una construcción social, no biológica
La virginidad no tiene una base médica.
Como explica la Dra. Yarí Vale, se trata de una construcción social y religiosa que ha cambiado a lo largo de los siglos:
“El concepto de ‘virgen’ en el Antiguo Testamento significaba simplemente mujer joven, no estaba relacionado con la actividad sexual ni con el himen. Fue con el tiempo y con la influencia de las religiones patriarcales que se transformó en un símbolo de pureza sexual.”
En la antigua Grecia y Roma, ser virgen no implicaba abstinencia, sino autonomía. Las vírgenes eran mujeres independientes, fuertes y sabias, como las diosas Artemisa o Atenea.
Con el paso del tiempo, la religión y la cultura occidental distorsionaron este significado para convertirlo en un mecanismo de control sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres.
🩸 El himen: una parte del cuerpo, no una prueba de pureza
Uno de los mitos más dañinos es creer que el himen “demuestra” la virginidad.
Desde la ginecología, esta idea no tiene fundamento. El himen es una membrana elástica que puede romperse o estirarse por múltiples razones que no tienen nada que ver con el sexo: practicar deportes, usar tampones, montar bicicleta, bailar, o incluso sin causa aparente.
“Solo un 34 % de las personas sangran durante su primera relación sexual. El himen no es un sello de pureza. Es absurdo pensar que su estado define la historia sexual de alguien”, señala la Dra. Vale.
Algunas personas nacen con himenes más elásticos o incluso cerrados (himen imperforado), lo que puede requerir una pequeña cirugía. Por eso, ningún examen físico puede “probar” la virginidad.

⚖️ El daño del mito: culpa, miedo y control
Asociar el valor de una persona con su “virginidad” tiene consecuencias graves.
En muchas culturas, las mujeres son castigadas, violentadas o incluso asesinadas si no cumplen con las normas de pureza impuestas.
En otras, se utilizan “pruebas de virginidad” que no solo son inútiles médicamente, sino también violentas y humillantes.
“En mi residencia médica atendí a una adolescente víctima de violación cuyos padres solo querían saber si su himen estaba roto. Eso fue devastador”, recuerda la Dra. Vale.
Este tipo de creencias perpetúan la idea de que el cuerpo de las mujeres le pertenece a otros —a sus padres, a la religión o a la pareja— y no a ellas mismas.
💬 La sexualidad no empieza cuando ‘se pierde la virginidad’
Otro mito común es creer que la vida sexual comienza solo con el sexo pene-vagina.
Pero la sexualidad humana existe desde que nacemos y se expresa de múltiples formas: a través del afecto, la curiosidad, el deseo, la autoexploración y las distintas prácticas sexuales consentidas.
“Somos seres sexuales desde el nacimiento hasta la muerte”, explica la Dra. Vale.
“La sexualidad va mucho más allá del coito. Involucra placer, comunicación, autoestima y conexión con el cuerpo.”
La masturbación, el sexo oral o el sexo anal son también prácticas sexuales. Sin embargo, muchas personas —especialmente las adolescentes— siguen creyendo que “no han perdido la virginidad” mientras no haya penetración vaginal.

🚫 Abstinencia, moralidad y desinformación
Durante años, las campañas de salud pública que promovían la abstinencia como única forma de prevención fracasaron.
En lugar de reducir las relaciones sexuales tempranas, aumentaron las infecciones de transmisión sexual (ITS), especialmente por prácticas como el sexo anal sin protección.
“La abstinencia no educa, solo impone miedo”, señala Johana.
“Cuando no se habla abiertamente sobre sexualidad, lo que crece es la desinformación.”
El cuerpo no es un símbolo de pureza ni de pecado. Es el lugar desde donde vivimos, sentimos y decidimos. Educar sin tabúes es el primer paso para una sexualidad libre, segura y responsable.
💜 Desaprender para sanar: la virginidad no define tu valor
El mito de la virginidad perpetúa la idea de que las mujeres deben “guardar” algo que puede perderse, como si su cuerpo fuera una posesión o una mercancía.
Pero no hay nada que perder, porque no hay nada que demostrar.
“La valía de una persona no está en si ha tenido sexo o no, sino en cómo se respeta, se cuida y se ama”, afirma la Dra. Vale.
Desaprender este mito implica reconocer el derecho a una educación sexual integral, libre de juicios, donde hablar de placer, consentimiento y respeto sea tan normal como hablar de salud.
🌈 Conclusión: tu cuerpo, tus decisiones
La virginidad es un invento cultural que ha servido para controlar y avergonzar, especialmente a las mujeres.
Desde la medicina, la psicología y la educación sexual, el mensaje es claro:
no existe la virginidad, existe la autonomía.
“La virginidad no es un estado del cuerpo. Es una idea que debemos soltar para vivir una sexualidad libre, segura y sin culpa.”